Desde el primer bocado, se siente la dedicación y la pasión en cada detalle, con sabores intensos y técnicas depuradas que elevan cada ingrediente al máximo. La frescura y calidad de los productos se complementan con el toque creativo y sorprendente de Subijana, logrando una armonía perfecta en cada plato. La bodega, cuidadosamente seleccionada, añade aún más profundidad a la experiencia, mientras el equipo de sala nos ha atendido con una cercanía y profesionalidad que ha producido una gran satisfacción en todos los comensales.
La experiencia en Akelarre no sería la misma sin la complicidad y el ambiente acogedor que Javier Tros y el CEAG han sabido crear en cada detalle. En cada una de las variadas comidas y cenas que hemos participado, logramos disfrutar no solo de una gastronomía excepcional, sino también de una atmósfera cercana, que invita a la conversación ya compartir, apreciando juntos cada bocado.
Akelarre es un lugar donde el tiempo parece detenerse y donde cada plato cuenta una historia, envuelta en aromas, texturas y colores que cautivan. La habilidad de Subijana para conjugar la esencia de la cocina vasca con elementos innovadores crea un equilibrio perfecto entre tradición y modernidad, algo que pocos logran. Sus platos, cuidadosamente diseñados, parecen bailar al ritmo del paisaje que los rodea, y uno se siente en comunión con la naturaleza y el arte culinario.
Gracias a Javier Tros y al Club Español de Alta Gastronomía (CEAG), y con la inestimable colaboración de Pedro y Ohiana Subijana,hemos tenido la oportunidad de descubrir, una vez más, que la gastronomía no es solo comida: es cultura, es arte, es emoción. En Akelarre, de la mano de quienes saben valorar y compartir lo mejor de la cocina vasca, hemos experimentado una jornada difícil de olvidar, un tributo a la excelencia y el buen hacer.
Además, la atmósfera es íntima y envolvente, ideal para disfrutar de una comida sin prisas, en la que cada bocado se convierte en un recuerdo imborrable. La hospitalidad del equipo de Akelarre se siente genuina, siempre dispuestos a ofrecer detalles y explicaciones sobre los platos, pero sin perder nunca la elegancia y el respeto hacia el comensal. Es una experiencia que inspira, que llena, y que, sin duda, refuerza el valor de la alta gastronomía.