Berasategui posee un don natural para conectar con las personas, transmitiendo su amor y pasión por la cocina en cada detalle, siempre con una sonrisa y unas palabras de animo y aliento. Es famosa su típica expresión de animo “Garrote” que utiliza muchas veces en cada conversación.

El entusiasmo de Martín es contagioso; es el tipo de persona que habla de sus platos con la misma alegría que el primer día, aunque ya cuenta con una prolífica carrera y una constelación de estrellas Michelin. Sus equipos lo respetan y admiran, no solo por el nivel de excelencia al que los lleva, sino también por el cariño genuino que pone en todo lo que hace. Él mismo dice que cocina con «chispa en el corazón», y eso se nota: sus platos, llenos de sabor, precisión y crea.

Cada visita a su restaurante es una experiencia cálida, donde uno se siente no solo bien atendido, sino también parte de la gran familia de Berasategui. Su entusiasmo constante, su cercanía y su humildad demuestran que, para él, la cocina es un acto de amor. Y ese amor se siente en cada plato, haciendo que una comida en su casa sea, sobre todo,